Para unos pocos privilegiados,
escribir es un arte. Pero para ellos y para todos los demás, escribir también
es una ciencia.
Y como toda ciencia, tiene un método
y unas reglas que hay que respetar. El problema estriba en que para respetar
las reglas hay que conocerlas. Y los dominicanos tenemos el gran dilema de que
no conocemos las reglas.
Eso viene de viejo. Es común entre
nuestros estudiantes universitarios descuidar y hasta menospreciar el
conocimiento de las reglas del buen uso del idioma. Con frecuencia nos topamos
con un estudiante de derecho, o de medicina, o de ingeniería, o de cualquier
otra carrera, que nos dice que él no tiene porqué preocuparse por el lenguaje,
pues él no estudia letras.
El asunto es que luego nos topamos
con un profesional que nos hace pasar vergüenza por su pobre dominio del
español, y que tiene innumerables faltas ortográficas y conceptuales cuando
tiene que desenvolverse con el idioma, para el ejercicio de su profesión y de
su vida.
Cómo le reclamamos corrección en el
hablar y escribir a la gran proporción de dominicanos iletrados, semi
analfabetas o analfabetas funcionales que tenemos, si es raro encontrar un
profesional que use con propiedad, corrección y claridad el idioma que (se
supone) él debe manejar a la perfección.
Y esto se aplica, lo digo con dolor,
hasta para profesionales de la comunicación, quienes cometen unos dislates, al
hablar por radio o televisión o al escribir en periódicos impresos o digitales,
que nos llenan de vergüenza, sobre todo cuando los comparamos con
sus iguales de otros países, que comparten con nosotros el uso del idioma
español.
Por: Domingo de los Santos
Por: Domingo de los Santos
No hay comentarios:
Publicar un comentario